Colombia vivió este jueves una de sus jornadas más dolorosas en los últimos años. Atentados terroristas con camiones bomba y drones golpearon de manera simultánea a Cali, varios municipios del Valle del Cauca y zonas de Antioquia, dejando un saldo trágico de 18 muertos, entre ellos uniformados de la Fuerza Pública y civiles.
La gravedad de los hechos desató un coro de rechazos y condenas desde distintos sectores políticos, sociales y ciudadanos, que calificaron lo ocurrido como un ataque directo a la estabilidad del país y una evidencia de la fragilidad del proceso de paz total impulsado por el gobierno nacional. Para varios analistas, estos atentados representan “un fracaso en la búsqueda de una paz duradera”, pues muestran la capacidad de los grupos armados para desafiar al Estado.
De acuerdo con información preliminar, los responsables del atentado en Cali habrían llegado desde el norte del Cauca, región que continúa siendo un corredor estratégico del narcotráfico y los grupos armados ilegales. Por ello, las nuevas medidas de seguridad anunciadas no solo cobijarán a Cali y al Valle del Cauca, sino también a municipios caucanos limítrofes.
“Estamos frente a un ataque indiscriminado y cruel contra la población. No hay justificación alguna para esta violencia”, señalaron las autoridades, que reforzaron la presencia militar y policial en las zonas críticas mientras se avanza en la investigación.
La ciudadanía, por su parte, expresó consternación e incertidumbre. En redes sociales, la frase “un día negro para Colombia” se convirtió en tendencia, reflejando el dolor colectivo y la preocupación por la escalada de violencia que golpea al país.
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