Versiòn tomada de la revista Semana.
Todo parece indicar que el poderío que hasta ahora tienen las disidencias del sanguinario Iván Mordisco en el norte del Cauca está en jaque por la llegada a esa región del frente 57 (o Yair Bermúdez), al mando de Óscar Barreto, quien le plantó cara al líder disidente y desencadenó una guerra entre estructuras terroristas herederas del legado criminal de las extintas Farc.
Este nuevo líder disidente, oriundo de Toribío, norte del Cauca, movilizó sus tropas hasta ese municipio, joya de la corona del frente Dagoberto Ramos de Iván Mordisco, para quedarse con ese territorio. Los combates han sido constantes en los últimos meses y, de acuerdo con las autoridades, se trata de una confrontación armada pareja.
No obstante, la balanza se habría desequilibrado este miércoles con el asesinato de Jhon Edinson Pumba Cayapú, alias Esteban Medina, máximo cabecilla de las disidencias de Iván Mordisco en el Cauca y uno de sus lugartenientes de mayor confianza.
SEMANA conoció que, tras fuertes enfrentamientos armados, el frente 57 logró dar con la ubicación del jefe disidente y lanzó una arremetida violenta que terminó con su muerte en las montañas del nororiente del Cauca, entre Corinto y Toribío.
La semana pasada, el Ejército había neutralzado a alias Cholinga, otro de los grandes terratenientes de Mordisco en ese departamento. Cholinga era sinónimo de terror, muerte y destrucción en los montes y ciudades del suroccidente colombiano.
Su ascenso desde combatiente raso hasta convertirse en el cerebro operativo del Bloque Central Comandante Isaías Pardo, del Estado Mayor Central de las Farc (EMC), marcó una de las etapas más crueles del conflicto armado reciente.
En cada acción desplegada había un patrón frío, calculado, quirúrgico. Su prontuario no está en discursos ni proclamas políticas, sino en los escombros de los CAI destruidos, en las calles ensangrentadas de Caloto y Jamundí, en los cadáveres marcados por disparos selectivos en El Tambo.