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El Plateado: así opera por dentro la disidencia de FARC que Petro ordenó destruir

Versiòn diario El Espectador.

Este corregimiento del Cauca —uno de los mayores enclaves cocaleros del país— sufre una nueva arremetida del Frente Carlos Patiño en medio de la operación de retoma del Ejército. El grupo ilegal asesina, extorsiona y desplaza sin consideración. “Estamos mamados de los atropellos”, dice un poblador.

El sonido de los disparos durante la noche les quitó el sueño a varios pobladores de El Plateado. Poco después de las 8 p. m., se alarmaron al recibir alertas a través de sus celulares: en una vereda de Balboa, a dos horas por tierra, cinco militares murieron y 16 resultaron heridos tras un ataque con explosivos atribuido al frente Carlos Patiño de las disidencias de las FARC. Pero la zozobra no terminó allí.

En la mañana de este miércoles, cuando los habitantes salieron de sus casas, encontraron cerradas todas las tiendas y almacenes de El Plateado. En este corregimiento de Argelia, Cauca, enterrado en el cañón del Micay, no bastó con el regreso del Ejército y el patrullaje de sus tanquetas: “Los Patiño dieron la orden de que nadie abriera el comercio. La gente tiene tanto miedo que les hacen caso, por más que haya Fuerza Pública”, le contó un poblador a Colombia+20.

Sin embargo, algunas horas después, los portones empezaron a abrirse. Fue un acto de resistencia ante una violencia desbordada, que no se ha detenido desde cuando el grupo llegó, en marzo de 2020. “Ya estamos mamados de los atropellos”, dice otra persona que, como todas las que hablaron para este reportaje, pidió mantener su nombre en reserva. “Si saben que dije algo, me matan”, agregó.

Mientras los comerciantes reactivaban sus negocios, en Bogotá —a 800 kilómetros de distancia—, el presidente Gustavo Petro publicó en su cuenta de X un mensaje en relación con el asesinato de los soldados: “La destrucción de la columna narcotraficante Carlos Patiño es hoy una orden en pos de la soberanía de Colombia”.

Esta seguidilla de hechos, ocurridos en menos de 24 horas, retratan al detalle las dificultades de construir paz en El Plateado y todo el cañón del Micay, la región donde se cultiva casi el 70 % de la coca de Cauca.

Asì es la guerra en el Micay

Por un lado, un presidente que intenta retomar una región históricamente controlada por los actores ilegales. Por otro, un grupo criminal que no tiene ningún límite y está dispuesto a derramar toda la sangre necesaria para no perder su fortín. En el medio, una población atemorizada y amenazada, con profunda desconfianza en un Estado que nunca ha logrado hacer presencia efectiva. ¿Qué esperar de un escenario con esas complejidades?

En teoría, el frente Carlos Patiño es parte del Bloque Occidental del Estado Mayor Central (EMC) de “Iván Mordisco”, pero está claro que se trata de un grupo con autonomía.

Antes de apartarse de la negociación de paz con el gobierno Petro a mediados de 2024, esa y otras estructuras de Cauca, como la Jaime Martínez y la Dagoberto Ramos, dieron muestras de que no le hacían caso a “Mordisco”, e incluso pusieron en jaque los diálogos con varios atentados terroristas.

La existencia de Los Patiño, sin embargo, data de mucho antes de que se hablara del EMC. Hacia 2019, el frente hizo sus primeras incursiones a El Plateado. Solo logró el control del territorio en 2020, luego de una disputa con el ELN. Hoy, el jefe del grupo sería Anderson Andrey Vargas Suns, conocido como Kevin.

Según estimaciones de inteligencia militar, actualmente, el Frente Carlos Patiño tiene un poco más de 400 integrantes y se lucra, principalmente, de las rentas del narcotráfico y la minería ilegal. Sin embargo, los pobladores del Micay aseguran que una de sus mayores fuentes de financiación, aunque invisibilizada, es la extorsión: “Acá nos toca pagar por todo. Si cultivamos, si vendemos una finca, si vendemos un carro, para todo tienen un porcentaje”.

El gobierno Petro lleva 20 meses intentando quitarles a esos grupos el control de este territorio, primero con la operación Trueno (lanzada en agosto de 2023), y ahora con la operación Perseo, que inició en octubre de 2024.

Ese mes el Ejército logró sacar a Los Patiño del casco urbano de El Plateado y tomó el control, pero el grupo ha demostrado que tiene el poder de torpedear la apuesta de transformación territorial que el Gobierno quiere poner en marcha. Lo que más preocupa es el impacto en la población.

“El frente Carlos Patiño es la peor peste que hemos visto en El Plateado. Nunca había llegado gente tan bélica. Han matado, amenazado y desterrado a quien han querido y se están encargando de dañar el tejido organizativo para que la gente les haga caso”, dice una persona que fue declarada objetivo militar por el grupo y no pudo volver

Un exfuncionario de una entidad de la región asegura que esta violencia desbordada tiene que ver con el carácter criminal y la falta de arraigo de los combatientes: “Los Patiño son lo que usted quiera, menos guerrilleros. Sus comandantes no son parte de los frentes de las antiguas FARC que estuvieron en el Micay. Vienen de otros lados, por eso la demencia con la que actúan, incluso para reclamar apoyo de la gente. Acá eso es a través del sometimiento y la fuerza. El que no los sigue tiene dos opciones: el asesinato o el desplazamiento”.

En parte, gracias a esa dinámica violenta, el Carlos Patiño ha logrado someter a algunas comunidades y presionarlas para que sigan sus órdenes. Según personas de la región, eso fue lo que ocurrió el pasado 6 de marzo, cuando 29 miembros de la Fuerza Pública fueron retenidos en El Plateado. Como lo han dicho las autoridades, los pobladores fueron amenazados por el grupo para que se movilizaran contra la operación Perseo y exigieran la salida de los uniformados. Sin embargo, el tema iría más allá.

“Por un lado está esa gente que sale obligada, pero también hay otra que Los Patiño han traído al territorio y están convirtiéndolos en una especie de base social. Eso es muy grave, porque a los líderes de trayectoria los silencian, los matan o los desplazan, y tratan de implantar nuevos liderazgos”, aseguró un habitante.

Una zona estratégica

El cañón es un territorio geográficamente complejo, ubicado en el occidente del Cauca, en la cuenca del río San Juan de Micay, entre los municipios de El Tambo, Argelia y López de Micay. Acá se encuentra uno de los mayores enclaves mineros y cocaleros del país, que se suma a una codiciada ruta del narcotráfico hacia la costa pacífica caucana.

Desde la década de 1980 empezó la incursión de grupos guerrilleros. Tras la salida del frente 8 y el frente 60 de las FARC de la zona por cuenta del Acuerdo de Paz de 2016, la región ha sido disputada por varias organizaciones ilegales. Aunque el Carlos Patiño es el actor principal, también hay reductos del ELN y otra disidencia de las FARC (la Segunda Marquetalia).

En esa disputa, y en el intento de retoma, el corregimiento de El Plateado ha sido el botín principal. “Este es un pueblo grande, más que el casco urbano de Argelia. Calculamos que hay unas 2.400 casas y una población de entre 10.000 y 13.000 habitantes (eso varía según si hay cosecha de hoja de coca)”, describe un líder de la zona.

Se necesita más apoyo y confianza de la población

En octubre pasado, cuando el Ejército sacó al frente Carlos Patiño de El Plateado, el presidente Petro envió a seis de sus ministros a presentar la oferta institucional con la que se busca intervenir integralmente en el territorio. Se anunciaron propuestas en materia de agricultura, tecnología, salud (la construcción de un hospital por 22.000 millones), sustitución de cultivos, distritos mineros y vías.

No obstante, la violencia se ha convertido en el palo en la rueda para materializar esas apuestas.

“Esta operación ha sido loable. Estamos viendo mucha más inversión que nunca, incluso, más que con el Acuerdo de 2016, pero el Gobierno se choca con una realidad muy difícil, y es que el Carlos Patiño aún sigue con mucho poder en la región”, afirma un investigador que le hace seguimiento a la dinámica de la zona.

En toda esa ecuación, la desconfianza de la población, acumulada durante décadas de abandono estatal, le juega en contra al Ejecutivo.

Por eso, un habitante de El Plateado plantea la que, para él, es la única salida: “Acá se necesita que toda la gente camine para un mismo lado. El Gobierno tiene que lograr que el pueblo lo ayude. Si no se gana a los habitantes, esta guerra está destinada a fracasar”.

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