El miedo y la incertidumbre siguen marcando la vida de los habitantes rurales en la mayoría de municipios del Cauca, donde las constantes confrontaciones armadas entre las disidencias de las Farc y el ELN han dejado un trágico saldo de muertos, heridos y desplazamientos forzados. La reciente situación registrada en el resguardo indígena de Paniquitá, en el municipio de Totoró, donde fueron asesinados un padre y su hijo, refleja la crisis humanitaria que se extiende por distintas regiones del departamento.
En municipios como Bolívar y Sucre, la tensión es creciente tras la circulación de panfletos atribuidos a las disidencias de las Farc, en los que se exige al ELN abandonar esos territorios, generando temor entre los campesinos y comunidades indígenas. Mientras tanto, en el Cañón del Micay, la violencia se mantiene como una constante, con reportes de enfrentamientos, confinamientos y desplazamientos que agravan la ya difícil situación de seguridad.
Las comunidades rurales claman por la presencia efectiva del Estado y por acciones concretas de protección y acompañamiento, ante un conflicto que no da tregua y que pone en riesgo la vida de cientos de familias. El Cauca continúa siendo uno de los epicentros más críticos de la violencia en Colombia, pese a los esfuerzos por avanzar hacia la llamada “Paz Total”.