Santiago de Chile (EFE).- Histriónico, digital y ajeno al desgaste por sus polémicas, Franco Parisi volvió a quedar tercero en Chile y reafirmó su dominio en el norte del país, mientras queda fuera de la disputa presidencial pero emerge como pieza clave en un Congreso donde su partido actuará como bisagra.
El economista y líder del Partido de la Gente saltó a la política desde la televisión y consolidó un discurso populista con guiños hacia la derecha, pero su 19,6 % no le alcanza a la candidata izquierdista Jeannette Jara para superar el umbral del 50,01 % necesario en la segunda vuelta.
Tampoco es requerido por el ultraderechista José Antonio Kast, que ya llega a la cifra decisiva gracias al apoyo del ultraliberal Johannes Kaiser, cuarto con un 13,9 %, y de la conservadora Evelyn Matthei, quinta con un 13,5 %.
Su camino en el Congreso
Donde sí tendrá peso Parisi es en el Congreso, donde su partido, de fuerte arraigo territorial, creció lo suficiente para convertirse en fuerza bisagra y pieza central de cualquier intento de acuerdo en el nuevo Legislativo.
Su campaña para las elecciones de noviembre se centró en dos frentes principales, además de un ataque constante contra la «política tradicional» y lo que define como «el sistema».
El primero fue el digital —su hábitat natural—, donde consolidó su figura a través de canales como Parisi TeVe en YouTube y Facebook, plataformas desde las que en 2021 logró convertirse en la tercera fuerza más votada sin siquiera pisar territorio chileno.
El segundo frente fue el territorial, impulsado desde su regreso al país en abril, cuando se desplegó por regiones con especial énfasis en el norte, su principal bastión, donde volvió a imponerse en la mayoría de las zonas.
Subido a la polémica
El nombre de Franco Parisi está asociado a controversias que han marcado su trayectoria pública. Durante la campaña de 2021 residió en Alabama (EE.UU.), sin poder ingresar a Chile debido a una orden de arraigo por el impago de 166 millones de pesos (más de 200.000 dólares) en pensiones alimenticias.
En esa época afirmaba trabajar como docente en la Universidad de Alabama y en la Texas Tech University, instituciones que informaron haberlo desvinculado en 2016 tras una denuncia de acoso sexual presentada por una estudiante de 19 años, acusación que él ha negado aunque posteriormente reconoció ser una persona «demasiado cariñosa».
Ese sello de confrontación es parte de su estrategia política, basada en ataques a la «casta política» y en un discurso ultraliberal y anticorrupción que recuerda a líderes como Donald Trump o Javier Milei. Pese a ello, insiste en no situarse en ningún extremo ideológico, como lo indica unos de sus lemas más conocidos: «no soy ni facho ni comunacho».
Polémicas propuestas
Parisi presentó propuestas como la legalización de la marihuana, la creación de una subsecretaría de e-gamers o la construcción de vivienda social, medidas alejadas de los principios que suelen identificarse con la derecha, mientras centró su discurso en limitar el tamaño del Estado mediante la fusión de ministerios, la rebaja de sueldos públicos, la reducción de impuestos y el combate al «narcoterrorismo».
Esa diversidad programática constituye a la vez su fortaleza y su flanco débil.
El líder del PDG ha demostrado dominar la lógica de la sobreinformación digital, moldeando un personaje polémico y contradictorio que presume de sus provocaciones y convierte la descalificación en herramienta central.
Métodos cuestionados que, lejos de restarle apoyo, han fortalecido su posición en las encuestas, situándolo por encima del ultraliberal Johannes Kaiser y disputando el tercer lugar a la candidata de la derecha tradicional, Evelyn Matthei.